La Sirena de la Laguna | Cuentos, mitos y Leyendas de Moquegua

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La Sirena de la Laguna  | Cuentos, mitos y Leyendas de Moquegua

"La Sirena de la Laguna"  

Aquella tarde lo vi con la mirada perdida. En vez de ojos tenia ausencias. Asi lo creia, pero sus ojos no veían más que la tersa laguna del cerro legendario y en sus aguas bañaba esa mujer de belleza sobrecogedora.

Me fui enterando de cuando era hora de limites, en que la tarde y la noche se encuentran en uno de sus recorridos de Yacango a Tumilaca, había divisado al pie del cerro una laguna de limpias aguas, donde el viento retozaba con el leve movimiento de las olas.

De los roquedales salia un arroyuelo a perderse en el espejo liquido, alli en ese lindero de la realidad y el misterio vio a la mujer hermosísima sentada sobre la yerba. Sus cabellos sueltos a la brisa volaban como pájaros en bandadas, y sus manos jugaban con el agua del rió y lo esparcían con el aire, al ritmo de la canción que se desprendía de sus labios con armonías insondables.

El miraba y oía. Al mirar  y oír quedóse embelesado, absorto. Todo le parecía un sueño. Aquel rostro era como un amanecer y aquel cuerpo unas lineas sensuales que se movían como una pluma suave como las dunas del desierto.

Alli mi hermano herido de amor enloquecia. Ahora lo tenia delante mío, ensimismado, sólo sus labios musitaban la oración de sus visiones. Se levanto y empezó a caminar, su proceder me preocupaba. Casi como un autómata marchó a la colina, al fondo de la colina se divisaba el misterioso cerro. Hacia allá se dirigió con las ansiedad de su rostro.

Y lo seguí ¿Como dejarlo solo?, camino y camino y yo detrás de él, no se cuantas hora anduvimos. Era como caminar hacia el mismo punto y siempre más allá. El cansancio había desaparecido y una fuerza me atraía, no sabía mi destino. Ignoraba que si ahora acompañaba a mi hermano o si era que él, ignoto e inmisiricorde, me había atrapado.

En ese caminar, de pronto mis oídos percibieron una delicada melodía. Delante de nosotros vi  extenderse una manta cristalina. El apresuró el paso ¡Oh, delirio¡ sentada sobre la yerba esta una mujer a cuyo alrededor la claridad parecía llena de pentagramas, de susurros de armonía! ¡Su pelo ondulaba al viento y su canción penetraba en mi alma hiriendola deshaciendola! ¡ mi hermano fue acercándose adonde ella. Se tomaron de las manos, y jugando y jugando se perdieron entre las aguas. Al verlos desaparecer, un grito rompió mi garganta...! y todo desapareció!

Ahora que está declinando el día, busco en mi mano su mano y al no sentirla... me encamino a la laguna

Fuente: El secreto del Guardian - Victor Arpasi Flores

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